“Madrid es la casa de todos” dicen muchos de los que aquà vienen. Conocer a un ‘gato’ puro hoy en dÃa es una difÃcil tarea para los habitantes de la capital. Desde diferentes partes de todo el mundo, han sido muchos los que atravesaron las puertas de Madrid y decidieron quedarse para siempre.
Tan casa es que tiene sus particulares entradas. Aunque ya no sirvan como tal, estas siguen recibiendo con cariño a todas las personas que se acercan a contemplarlas. Hoy repasamos la historia de las famosas “cuatro puertas de Madrid”.
La antigua muralla que guardaba a Madrid
Antes de hablar de las puertas de Madrid, hay que recordar que la capital estaba inicialmente rodeada por una muralla. Esta era de origen musulmán y los pocos restos que quedan de ella son considerados las construcciones más antiguas de la ciudad de Madrid.
Esta muralla árabe del siglo IX, darÃa lugar a una cristiana posterior que fue construida por Alfonso VII en el siglo XII. Esta era el triple de grande que la anterior pues la ciudad no dejaba de crecer y necesitaba más espacio.
Muchos años más tarde, en 1566, Felipe II mandarÃa construir una nueva muralla que no pretendÃa defender a nadie, sino recaudar más impuestos. Todos los productos que entraban en la Villa tenÃan que pagar una tasa, por ello este muro servÃa de separación para controlar que ese dinero fuera debidamente embolsado.
Felipe IV seguirÃa ampliando esta muralla, pues la población en Madrid crecÃa tan rápido que pronto dejaban de caber en su interior. La cerca que este rey diseñarÃa es la que albergarÃa las puertas de Madrid que hoy en dÃa seguimos conservando en nuestras calles.
La Puerta de Alcalá, un monumento que levanta envidias
Pocas personas existen que no conozcan a este monumental sÃmbolo de Madrid. Todos hemos tarareado alguna vez la famosa canción que le escribieron Ana Belén y VÃctor Manuel. Lo que pocos conocen es su curiosa historia.
Cuando Carlos III llegó a Madrid procedente de Nápoles en el año 1759 decidió que serÃa una buena idea construir un monumento para conmemorar su entrada en la ciudad. Para ello, derribó un pequeño arco que habÃa en la calle Alcalá para sustituirlo por la actual puerta.
El diseño salió a concurso. Francisco Sabatini presentó dos proyectos. A Carlos III le agradaron tanto ambos que el artista tuvo que fusionarlos. Por esta razón, si nos fijamos, la Puerta de Alcalá es diferente si la miramos desde una fachada o desde otra.
Nuestra famosa Puerta de Alcalá fue de las primeras que se hicieron en el mundo. Por ello, ha servido de inspiración para otros famosos monumentos como el Arco del Triunfo de ParÃs, la Puerta de Brandeburgo de BerlÃn o el Arco de Washington Square, en Estados Unidos. Todo un portento de puerta que conserva la ciudad de Madrid.
La ‘mareante’ historia de la Puerta de Toledo de Madrid
Aunque sea menos conocida, esta singular entrada a la ciudad también tiene su propia canción. Esta vez fue el cantaor Chiquetete el que le escribió una sevillana a esta famosa puerta de Madrid.
La Puerta de Toledo se comenzó a construir como un homenaje a la llegada del francés Jose I, Pepe Botella, al trono de España. Tardo tanto en construirse que, para cuando terminó, ya habÃa vuelto Fernando VII y se acabó utilizando para conmemorar precisamente la derrota de los franceses.
La Puerta de Toledo guarda bajo sus cimientos una curiosa historia. Cuando se puso la primera piedra para su construcción, Pepe Botella enterró un ejemplar de la Constitución de Bayona junto a puñado de monedas con su cara.
Al perder la Guerra de la Independencia contra las fuerzas populares de Madrid, los madrileños desentierran este cofre del tesoro para volver a enterrar la Constitución de 1812, La Pepa.
Pero este baile de constituciones no acaba aquÃ. Cuando vuelve Fernando VII, este de nuevo saca esa Constitución para volver a poner bajo tierra un puñado de monedas esta vez con su cara. Cuando el monarca es expulsado tras el pronunciamiento de Riego, de nuevo se vuelve a meter en el cofre a La Pepa.
No termina aún la historia, pues cuando vuelve a recuperar el poder gracias a los Cien Mil Hijos de San Luis, de nuevo vuelve a desenterrar la constitución. Un gran lÃo fue el que se montó bajo los pies de la famosa Puerta de Toledo.
La desconocida Puerta de San Vicente de Madrid
Quizás la Puerta de San Vicente es una de las menos visitadas por los turistas que vienen a conocer Madrid, pero su historia no es menos interesante. Esta se construye en 1726 y se llama asà porque tenÃa en su fachada una imagen de San Vicente Ferrer.
Carlos III, igual que construyó puertas, la derriba. HabÃa un gran barranco hasta llegar al rÃo, por lo que la ubicación de esta puerta no era la ideal. La idea era quitarla para poder rellenar de tierra la zona y asà disminuir tan pendiente.
Sabatini, autor de la Puerta de Alcalá, acaba construyendo una nueva puerta que era exactamente idéntica a la que habÃa en su tiempo. CorrÃa el año 1775. Sin embargo, esta nueva puerta no tuvo mucha suerte porque en 1890 volvió a ser demolida.
Cuenta la leyenda que sus restos se guardaron en un almacén municipal. Incluso que otros se utilizaron para adornar la plaza de Cibeles. A pesar de ello, en 1995 cuando se decidió volver a reconstruirla, no fueron capaces de encontrarlos.
Para volver a recrearla, los arquitectos utilizaron fotos y unos antiguos planos que aún se conservaban, pero se olvidaron de un detalle: la Puerta de San Vicente está colocada de manera inversa a su posición original. La parte más adornada estaba mirando hacia las afueras, para impresionar a los visitantes. Ahora mira hacia la ciudad.
La ‘secta’ de la Puerta del Hierro
La Puerta del Hierro es la que más alejada se encuentra del centro de Madrid pues no pertenecÃa a su primitiva muralla. Esto se debe a que fue construida como entrada al Real Sitio de El Pardo. Este parque era un lugar de caza y recreo para la monarquÃa española.
Fue construida en 1751 para cercar estos montes. El rey Fernando VI querÃa evitar que cazadores furtivos utilizaran sus tierras y, además, conseguir que los animalillos de la zona no se escaparan de sus disparos.
Su nombre viene de la verja de hierro que cubrÃa sus entradas. Estas se retiraron cuando llegó el tranvÃa a Madrid, pues por allà pasaba este antiguo transporte urbano. En 1993 tuvo que ser desplazada unos metros para que no interfiriera en la construcción de las importantes carreras que transcurren a su alrededor.
La Puerta del Hierro esconde una escalofriante historia tras sus verjas. El presidente de argentina, Juan Domingo Perón, vivió sus dÃas de exilio en Madrid. Este fijó su nueva residencia en la lujosa urbanización que rodea la Puerta del Hierro.
Licio Gelli, que era lÃder de una secta, comentó en una ocasión que utilizaba la Puerta del Hierro de Madrid para realizar un curioso rito de iniciación masónico llamado “Orecchio del maestro”. El presidente Perón no dudó a la hora de probarlo.
Las desaparecidas puertas de la ciudad de Madrid
Hubo dos monumentales puertas más en Madrid que, por desgracia, ya no podemos disfrutar. Esas fueron la Puerta de Atocha y la Puerta de Bilbao.
‘Puertas de Atocha’ hubo dos. La primera todas estaba en la actual plaza de Jacinto Benavente. Como la ciudad iba creciendo, se trasladó al lugar que ocupa ahora la glorieta de Carlos V, enfrente del museo Reina Sofia. Entonces pasó a llamarse ‘Puerta de Vallecas’.
En 1748, con la construcción de la cerca de Felipe IV, esta pequeña puerta se sustituyó por una más impresionante que la se llamarÃa ‘Puerta de Atocha‘ por estar situada en la glorieta del mismo nombre.
En 1851 se construirá la Estación de Atocha que tomarÃa su nombre de esta puerta. Como quedaba al medio, fue derribada. Pocos años después se volvió a construir otra, pero acabarÃa desapareciendo totalmente en 1868 tras la Revolución Gloriosa, pues muchos la consideraban como un sÃmbolo de la reina Isabel II.
La Puerta de Bilbao estaba en el lugar que hoy ocupa la glorieta del mismo nombre. Esta era conocida como “La Puerta de los Pocos de Nieve”, pues en la zona habÃa una serie de galerÃas subterráneas que se llenaban de nieve en invierno para abastecer de hielo a la ciudad en verano. Todo esto era cuando ni la electricidad ni las neveras habÃa llegado todavÃa a Madrid.
Hubo muchas más monumentales entradas que desaparecieron en la ciudad, como la de Segovia o la del Paseo de Recoletos. Tampoco queda mucho de la muralla a la que pertenecÃan. Lo que si se mantiene siglos después es la sensación de que Madrid es una ciudad que siempre tiene las puertas abiertas para todos.