Todo lo que hay detrás de la celebración de San Isidro en Madrid: algo más que una fiesta regional

San Isidro Labrador es, sin duda, uno de los mayores iconos de la ciudad de Madrid. No en vano, este santo es considerado el patrón de la capital española. Un ‘mérito’ que consiguió gracias a decenas de milagros en la ciudad, que a día de hoy, se siguen celebrando, aunque muchos han olvidado el por qué. Celebraciones que, este año, se unen al fin de las restricciones.

De los muchos personajes históricos, y de los muchos sucesos que han ocurrido en Madrid, pocos se pueden comparar con la vida y milagros de San Isidro. Un madrileño nacido en 1082, en plena invasión musulmana de ‘Mayrit’. Madrileño que, a los diez años de edad y debido a la situación de ‘pobreza’ de su familia, comenzaba a trabajar como labrador en una finca. Finca en la que comenzó a extenderse la fama de Isidro, al que consideraban un ‘vago’. ¿La razón? todos los días, antes de su jornada laboral, Isidro rezaba a Dios, retrasando el comienzo de su jornada.

Una situación que intrigó a su patrón, que siguió una mañana a Isidro, quedando completamente sorprendido de lo que vio. Y es que, mientras Isidro oraba, los ángeles bajaban del cielo para guiar a los bueyes, que araban solos la parte del terreno que correspondía al actual patrón de Madrid.

LOS MÁS DE 400 MILAGROS DE SAN ISIDRO

Pero no es ésta la única curiosidad que, desde sus más tiernos inicios de su vida como labrador, persiguen a San Isidro. Así pues, la Iglesia católica le atribuye más de 400 milagros, todos ellos ocurridos en Madrid y sus alrededores.

Milagros como el de la actual Fuente de San Isidro. Y es que, tal y como aseguran las leyendas entorno a este milagro, en plena sequía, el santo clavó su aguijada en el suelo, y de ahí comenzó a brotar el agua. Agua que sigue saliendo a día de hoy en forma de pequeño caudal, y al que se le han atribuido históricamente diferentes ‘poderes mágicos’. Una tradición ligada a este manantial que se sigue celebrando a día de hoy, aunque muchos madrileños hayan olvidado el origen de esta costumbre.

Tradición a la que también se une el hecho de compartir comidas multitudinarias. Algo que se produce a día de hoy, pero sin que muchos conozcan su verdadero origen. Un origen que también se vincula con las acciones de San Isidro. Y es que el labrador madrileño es conocido también por haber sido el artífice de varios milagros de ‘multiplicación’ de la comida, siendo conocido el caso de ‘la olla de San Isidro’.

Y es que, según cuentan las historias, San Isidro organizaba una gran comida popular, en la que todos estaban invitados. Especialmente, los más pobres de Madrid. En una ocasión, los invitados fueron más de los esperados. “Isidro le rogó a María, su esposa, que fuera a la olla. Obedeciendo, fue, a sabiendas de que la había dejado vacía. Y, sin embargo, encontró, sorprendida, que la olla rebosaba comida. María reconoció en su marido a un santo” asegura la congregación de San Isidro. Un acto que recuerda mucho a los actuales eventos de cocidos populares en Madrid, donde todo el mundo es bienvenido.

POR QUÉ EL 15 DE MAYO

A pesar de sus milagros y el cariño del pueblo de Madrid hacia San Isidro en vida, el patrón de Madrid fallecía en 1172 sin reconocimiento alguno por parte de la Iglesia hacia sus milagros. Un reconocimiento que no llegaría hasta varios siglos más tarde, ya entrado el siglo XVII.

Sin embargo, las pruebas de su santidad siguieron sucediendo, según las historias, más allá de su fallecimiento. Así pues, el Rey Alfonso VIII consideró a San Isidro el gran artífice de la victoria contra el ejército Almohade en las Navas de Tolosa. Y es que, según la información que se ha podido obtener de aquel momento, el santo madrileño habría guiado a las tropas castellanas contra la invasión.

Un milagro póstumo que hizo que el monarca decidiera, en 1212, trasladar el cuerpo de San Isidro, construyendo en su honor una capilla en la Iglesia de San Andrés. Una decisión que llevó una nueva sorpresa: y es que el cuerpo del difunto estaba completamente incorrupto. Cuerpo que fue trasladado un 15 de mayo, siendo este día decretado desde el Vaticano, ya en 1619, como el día de San Isidro Labrador.