Así es la Torre de los Lujanes, un edificio del siglo XV que conserva la puerta más antigua de Madrid

Escondida en la estrecha y medieval Calle del Codo se conserva intacta la puerta más antigua de la ciudad que da acceso a la Torre de los Lujanes. De clara inspiración morisca, la entrada al edificio del siglo XV traslada a todo aquel que visita la Plaza de la Villa al pasado nada más pisar la poca concurrida plaza madrileña.

Las Casas y Torre de los Lujanes presumen de ser los edificios de carácter civil que más tiempo llevan en Madrid. Se trata de dos edificios históricos que estuvieron habitados por la familia Luján, un linaje de ricos procedentes de Aragón. La torre fue construida en el año 1471 y veintitrés años después se llevo a cabo la construcción de la casa anexa.

A pesar de que ambas forman un conjunto arquitectónico único en la ciudad, cada una de las partes tiene su propia estructuración y estilo. La Torre de los Lujanes está formada por tres alturas y una torreta que termina de coronar la construcción, mientras que la casa tiene una forma mucho más irregular con una decoración gótica en su entrada.

Según cuenta la leyenda, el mismísimo Francisco I de Francia estuvo prisionero en la Torre de los Lujanes tras ser capturado por los enemigos, demostrando de este modo que la construcción ha vivido en primera persona gran parte de la historia de la ciudad. Actualmente, en el interior de la torre se encuentra la sede de la Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País.

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Antes de cumplir la función que ejerce hoy en día el torreón, fue escogido como enclave estratégico en el que ubicar una estación del telégrafo óptico de la línea Madrid-Aranjuez, ya que se trataba de uno de los edificios más altos de la capital. El edificio muestra por tanto el estilo mudéjar madrileño que tan de moda estaba por aquel entonces.

De igual modo, la casa de Álvaro de Luján que se encuentra en la misma Plaza de la Villa está diseñada en torno a un patio interior, destacando el arco de herradura que adorna la entrada. Este edificio recuerda en la actualidad a través de una placa conmemorativa la figura de Enrique IV de Castilla, quien otorgó el título de Noble y Villa a Madrid.

CALLE DEL CODO

Con tan solo 75 metros, la Calle del Codo en donde se encuentra los edificios civiles más antiguos de Madrid conserva la esencia del Siglo de Oro español a pesar del paso del tiempo. La pequeña vía une la Plaza de la Villa con la Plaza del Conde de Miranda, por lo que se trata de un entorno muy protegido gracias a su gran interés histórico. Además, la famosa calle ha servido de inspiración para muchos ilustrados apareciendo en obras como El Capitán Alatriste.

Alejada del bullicio de los turistas y madrileños, la emblemática calle cuenta con una curiosidad que la hace única e irremplazable. Y es que, el reconocido escritor Francisco Quevedo tenía por costumbre orinar en las estrecheces de esta vía tras salir de tomar algo en las tabernas de la zona. Al respecto, un vecino harto de la situación pintó una cruz en la pared junto a un mensaje: “No se mea donde hay una cruz” a lo que el dramaturgo decidió responder lo siguiente: “No se coloca una cruz donde se mea”.

“EL RECONOCIDO ESCRITOR FRANCISCO QUEVEDO TENÍA POR COSTUMBRE ORINAR EN LAS ESTRECHECES DE ESTA VÍA TRAS SALIR DE TOMAR ALGO EN LAS TABERNAS”

Por todo ello, la pequeña vía que carece de comercios y fachadas rocambolescas mantiene su aspecto original pareciendo que se hubiese congelado el tiempo entre sus cuatro paredes. En ella, memorables edificios se esconden de las nuevas y rompedoras construcciones de Madrid permitiendo viajar a todo aquel que transcurre por la misma a épocas pasadas.