Recorrido por los restos de la Colonia de “Madrid Moderno”

A unos pasos de la Plaza de Toros de las Ventas, entre los tradicionales y prosaicos edificios de pisos, desentonan una docena de excéntricos chalets. Son el recuerdo de una ciudad que ya casi no existe, el último reducto del “Madrid Moderno”, una colonia de chalets adosados de estilo modernista construidos desde el periodo 1890-1906. Este proyecto es considerado antecedente urbanístico a menor escala de Ciudad Lineal y que llegó a la zona antes que la propia plaza de toros.

Este proyecto tuvo su propia línea de tranvía que la unía con el centro. La línea, Goya-Madrid Moderno-Ventas, recorría esta colonia modernista que llegó a contar con más de medio centenar de viviendas y las conectaba con el centro de la ciudad.

VIVIENDAS AMPLIAS Y ECONÓMICAS

Fue el empresario Santos Pinela y el arquitecto Julián Martín los que tomaron la decisión de llevar a cabo este proyecto en el barrio de la Guindalera. Era en aquel Madrid de finales del siglo XIX y principios del XX el extrarradio, el lugar perfecto dónde formar esta utopía con la que pretendían ofrecer viviendas amplias, de dos pisos, sótano, jardín y patio, a precios económicos. Y en las que además había agua, alcantarillado, gas y luz eléctrica.

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Tras diversos problemas políticos y pasar por diferentes contratistas de la época esta revolución arquitectónica apenas sobrevivió unas décadas. En crecimiento de la población y la presión inmobiliaria hizo que muchas de estas casas fueran derribadas para construir bloques de viviendas, aunque algunos de estos chalets fueron protegidos y han llegado casi ilesos a la actualidad. Apenas sujetados por unas finas columnas de hierro, sus característicos miradores desbordan la línea de alguna de las fachadas.

ESTA REVOLUCIÓN ARQUITECTÓNICA APENAS SOBREVIVIÓ UNAS DÉCADAS Y MUY POCOS CHALETS PERMANECEN EN LA ACTUALIDAD

A día de hoy, un llamativo torreón situado en la esquina de las calles Castelar y Cardenal Belluga puede considerarse la puerta de entrada a esta mermada colonia. Junto a él, apenas quedan una docena de estas casas disgregadas entre la calle Castelar y Roma. Las más restauradas lucen aún sus amplios miradores y el ladrillo característico de sus fachadas donde no faltan coloridos detalles neomudéjares y vivos adornos de azulejos.

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Sus forjados, sus insólitos ventanales y sus dos plantas con jardín no son solo un pequeño recuerdo del escaso estilo modernista que se conserva en la capital, son también el reducto desubicado de una época y de un tópico concepto de urbanismo.