Se cumplen 94 años desde que un toro bravo tomó la Gran Vía

Probablemente uno de los sucesos más conocidos y anecdóticos de Madrid sea cuando en enero de 1928, un toro bravo se hizo dueño de la Gran Vía.

Todo empezó cuando durante la fría mañana del 24 de enero, en un traslado de reses al matadero, un toro bravo y una vaca se escaparon. El primero emprendió su huida y a su paso por las calles madrileñas cundió el pánico desde el Paseo de la Virgen del Puerto hasta la Gran Vía.

Los comercios echaron el cierre y la gente se puso a salvo como pudo. El animal corrió a sus anchas, dejado a su paso gritos, carreras y tres heridos. Pero la suerte quiso que por allí pasara un diestro, Diego Mazquiarán, quien a falta de capote, con un abrigo consiguió dominarle. Exactamente junto a la calle Montera y ante el Café del Norte.

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Desde el Casino Militar, muy cercano al lugar de los hechos, le trajeron un sable, pero el diestro mandó recoger un estoque de su casa, ubicada muy cerca de allí, en la calle Valverde. Ya preparado, realizó la faena ante “el espanto de los presentes”, según narraban los diarios de la época.

EL DIESTRO “FORTUNA”

Conocido como “Fortuna” por haber salido ileso de un accidente de tren, este apodo le vino al diestro como anillo al dedo con lo sucedido en la Gran Vía madrileña. Su faena se convirtió en la más famosa que jamás han visto los madrileños y su nombre quedó para la posteridad.

Según las crónicas de la época, al terminar la improvisada corrida los allí presentes le aclamaron como un héroe, mientras sacaban pañuelos blancos y le pedían dos orejas. “Fortuna” fue llevado a hombros hasta un café en la calle Alcalá y recibió por su gesta la Cruz de Beneficiencia.