Las huellas de Napoleón Bonaparte yacen en Chamartín

En pleno barrio de Chamartín, Napoleón Bonaparte tuvo su casa en Madrid. Fue en diciembre de 1808 cuando las tropas napoleónicas llegaron hasta la capital y se hospedaron en la Quinta de los Duques de Pastrana. Tras ser derrotados en la batalla de Bailén, Napoleón decidió atrincherarse con sus tropas en la plaza de Duque de Pastrana, un territorio controlado por franceses. Tras acampar unos días en Chamartín, el general republicano abandonó la capital y dejó el país en manos de su hermano José Bonaparte que fue proclamado regente del reino de España.

Napoleón Bonaparte llegó a Madrid el 2 de diciembre de 1808 con una espesa niebla. Sus tropas decidieron aguardar a las afueras de Madrid y Chamartín fue el lugar perfecto para ello. Entonces, el barrio del norte de la capital era un pequeño pueblo llamado Chamartín de la Rosa frecuentado por numerosos franceses. De hecho, su propio nombre tiene ascendencia gala ya que en el pueblo existía un taberna llamada ‘Chez Martin’ cuya denominación evolucionó a Chamartín dando nombre al barrio.

La presencia de franceses en la zona y la tranquilidad de este lugar a las puertas de Madrid convenció a Napoleón para ir pernoctar allí y el 5 de diciembre de 1808 acudió a la quinta que el Duque del Infantado tenía en Chamartín y que ya habían incautado los franceses unos meses antes. Este singular lugar tenía dos palacios en cuyas faldas se asentaron las tropas del militar y estadista francés.

Este singular lugar tenía dos palacios en cuyas faldas se asentaron las tropas del militar y estadista francés

Desde Chamartín, Napoleón Bonaparte tenía la misión de asentar en el poder a su hermano José Bonaparte aunque también se dedicó a promulgar nueve decretos de contenido revolucionario. El general republicano se encargó de proscribir a algunos Grandes de España y consejeros de Castilla y dio la vuelta del revés al tradicional ordenamiento jurídico español y acababa de momento con el Antiguo Régimen. Desde el tranquilo Chamartín, los documentos históricos relatan que Napoleón acabó con el Tribunal de la Inquisición, los derechos señoriales y las aduanas interiores; redujo a una tercera parte las propiedades eclesiásticas, pasando el resto a ser declaradas bienes estatales; se renovó la venta de las Memorias Pías y prohibió las encomiendas en una sola persona.

DOS COLEGIOS YACEN EN LA CASA MADRILEÑA DE NAPOLEÓN

Con Napoleón Bonaparte, la historia inunda el corazón de Chamartín. Este barrio del norte de Madrid se trata de una de las zonas residenciales más tranquilas de la capital. Chamartín es uno de los 21 distritos que forman la capital y sus calles discurren por seis barrios. Los residentes en este barrio son en su mayoría familias por lo que los colegios abundan en la zona.

Las tropas napoleónicas se asentaron sobre una zona donde hoy yacen dos colegios religiosos donde estudian más de 1.000 alumnos respectivamente. La placa que conmemora el asentamiento napoleónico yace sobre la fachada del colegio Nuestra señora del Recuerdo, un centro escolar regentado por los jesuitas en el que estudian familias acaudaladas madrileñas.

Pero las tropas de Napoleón Bonaparte también se asentaron sobre lo que hoy es el colegio Sagrado Corazón de Chamartín. Este centro escolar fue fundado por una congregación de religiosas francesas con el objetivo de educar a las niñas madrileñas tal y como se hacía en Francia. La vocación internacional de las religiosas hizo que la red de colegios del Sagrado Corazón se extendiera por todo el mundo con colegios que llegaron hasta Chamartín. Hoy, este centro escolar va camino de cumplir su segundo centenario y en él yace el espíritu histórico de Napoleón que acampó en su patio durante el siglo XIX.