Los secretos de las reliquias de la era andalusí que perduran en la capital

La capital madrileña es la única capital de Europa que ha sido fundada por los árabes, cuyo nombre procede de la palabra ‘Mayrit’ que hace referencia a “fuentes de agua”. Durante más de 200 años, Madrid perteneció a la ciudad de Al-Ándalus, en donde convivieron musulmanes y moriscos.

El lema del Madrid de la época ‘fui sobre agua edificada, mis muros de fuego son’, hacía referencia al agua de los acuíferos sobre los que se situaba la ciudad y el fuego al uso del pedernal (una piedra muy dura que al romperse forma bordes cortantes) para construir las murallas.

Muchas ciudades españolas siguen conservando restos de aquella era musulmana entre las que se encuentra Madrid. Concretamente junto al río Manzanares, cerca de la Catedral de la Almudena, podemos encontrar los restos una muralla árabe del siglo IX construida por el emir omeya Mohamed I.

Se trata de toda una reliquia considerada Monumento Histórico-Artístico desde el año 1954. El emir, hijo de Abderramán III, ordenó construir una atalaya junto al río Manzanares donde actualmente se encuentra el Palacio Real. La muralla con la cual se defendía el alcázar, abarcaba cuatro hectáreas de terreno con tres puertas la puerta de la Vega, la puerta de la Sagra y la puerta de la Mezquita) por las que se podía acceder al interior de la fortaleza.

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El hecho de que la muralla árabe haya perdurado en la capital durante tantos siglos se debe a los materiales duros y de calidad con los que fue construida. El objetivo que perseguía dicha muralla era proteger la fortaleza de los ataques de los reinos cristianos del norte.

Sus muros, de ocho metros de altura y casi tres de ancho, hacían de Al-Ándalus una ciudad impenetrable desde el actual patio del Palacio Real hasta unirse con el muro del alcázar. En el siglo XX, algunos restos de la muralla fueron destruidos debido a la construcción de nuevas viviendas en la zona.

Sin embargo, hoy en día aún podemos encontrar restos de la antigua muralla en el parque del Emir Mohamed I junto a la cripta de la Catedral de la Almudena. Un fragmento de 120 metros de largo formado por bloques de sílex en su parte inferior y sillares de caliza en el resto del muro nos trasladan doce siglos atrás.

Su buen estado de conservación se debe a que fue utilizada como muro de carga y cimientos de los desaparecido palacios de Castro Serna y Malpica, que fueron derribado en los años 70. Por otro lado, la remodelación de la Plaza de Oriente, finalizada en 1996 durante el mandato de José María Álvarez del Manzano, significó el descubrimiento y posterior desaparición de numerosos restos.

TORRE DE LOS HUESOS

Junto a los restos de la muralla árabe, Madrid conserva en la Plaza de Oriente los restos de la Torre de los Huesos. Una atalaya islámica del siglo XI que durante dos siglos fue la fortaleza de ‘Mayrit’.

Se encontraba situada, al igual que la muralla, en donde se encuentra el actual Palacio Real. Su función era proteger las fuentes de los Caños del Peral y garantizar el acceso de la Puerta de Valnadú, uno de los cuatro accesos que tenía la muralla. Actualmente solo se conserva su base realizada con piedra caliza y sílex.

El nombre de la torre se debe a que se encontraba muy próxima al antiguo cementerio musulmán conocido como “Huesa del Raf”. Los restos del Madrid árabe siguen conservándose en la actualidad, de modo que nos recuerdan cuales fueron los orígenes de la capital madrileña y como ha ido cambiando con el paso de los siglos.