El Reloj de la Puerta del Sol: un emblema de Madrid con más de 100 años de historia

Si pensamos en un símbolo que represente de manera clara a Madrid, ¿en qué pensarías? Seguramente hayas pensado una infinidad de lugares, objetos y fiestas entre los que se encuentren El Retiro, un bocadillo de calamares en la Plaza Mayor y sin duda alguna el Reloj de la Puerta del Sol.

El Reloj de Gobernación, conocido popularmente como Reloj de la Puerta del Sol, es uno de los emblemas más reconocidos de la capital. Se trata de un reloj torre colocado sobre la Casa de Correos en la famosa Puerta del Sol. Su origen se remonta al año 1866 en el que Isabel II lo inauguró un 19 de noviembre con motivo de su cumpleaños.

El reloj fue obra del relojero José Rodríguez Losada procedente de León y afincado en Londres. Se trataba de un hombre muy revolucionario para la época, que se vio obligado a huir a Londres por sus ideas políticas. Fue allí mismo donde construyó el Reloj de la Puerta del Sol y el reloj que corona el Big Ben.

Sin embargo, con el tiempo se descubrió que el relojero ni se llamaba José ni se apellidaba Losada. Francisco Cañueto, investigador aficionado a la historia, descubrió en unos libros parroquiales que el nombre del autor del Reloj de la Puerta del Sol no era el que pensábamos hasta entonces.

reloj Puerta del Sol

José Rodríguez Losada tuvo tres hermanos, aunque el primogénito de nombre José, falleció cuatro años antes de que naciese el relojero. Según las investigaciones de Cañueto, el astuto relojero empleó la identidad de su hermano muerto para poder entrar antes en el ejército.

A pesar de la confusión, el autor del Reloj de la Puerta del Sol ha sido y sigue siendo conocido con el nombre de José Rodríguez Losada. Durante su estancia en Londres fue aprendiz y posteriormente maestro llegando a trabajar para nobles y reyes, entre los que encontramos a Isabel II.

En una de las ocasiones en las que Losada regresó a Madrid, observó que el reloj que había en la Puerta del Sol en ese momento no era digno de lo que se merecían los madrileños. Por ello, se puso manos a la obra y tardó tres años en construir el actual reloj.

Se trata de un reloj de 135 años que se conserva igual que en sus inicios. Está formado por cuatro esferas de cristal y una numeración romana que le hacen único entre todos los relojes del mundo. Su precisión de contar los minutos y segundos junto al hecho de que se encuentra elevado sobre dos vigas paralelas le hacen diferenciarse y ser especial.

A pesar de su buen estado, el tiempo ha ido dejando en él huellas y destrozos. En 1928 sufrió el desprendimiento de una de sus pesas, y durante la Guerra Civil se dañaron sus cuatro esferas.

Su esplendor y elegancia han sido reclamo para otros países que han intentado hacerse con el reloj sin éxito. Entre ellos, el embajador de Venezuela que ofreció una jugosa cantidad de dinero en 1952.

CAMPANADAS FIN DE AÑO

Como dice la letra de la canción de Mecano, es tradición comerse doce uvas al compás de las campanadas en la Puerta del Sol el último día del año. Esta festividad se realizó por primera vez la Nochevieja de 1962 y se mantiene en la actualidad.

Para que el reloj siga funcionando a la perfección, cuenta con la supervisión de un equipo de relojeros profesionales dirigidos por Jesús López-Terradas, que se encargan cada semana de engrasarlo y comprobar que cumple adecuadamente su función.

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Lo más mágico del Reloj de la Puerta del Sol es que mantiene su esencia, por lo que a día de hoy Jesús López-Terradas se encarga cada Fin de Año de retirar manualmente el retén y asegurarse de que empiece a sonar para dar entrada al nuevo año.

Madrid tiene la suerte de contar con un reloj histórico, que con suerte y el cuidado que llevan a cabo los profesionales en él, estará con nosotros un centenar de años más.