Madrid no deja de sorprender a todo aquel que la visita. Caminando por la estación de Atocha podemos toparnos con dos enormes cabezas de bebés conocidas como el Día y la Noche. Se trata de un conjunto escultórico de bronce en el que se representan dos figuras, una con los ojos abiertos y la otra con los ojos cerrados.
El Ministerio de Fomento y Renfe encargaron en el año 2002 al escultor español Antonio López la elaboración de esta original obra. Para el artista fue una gran oportunidad de mostrar sus dotes al público, ya que se trataba de la primera obra que representaba a tamaño monumental. Las piezas se instalaron originariamente en el vestíbulo de llegadas de la estación Puerta de Atocha en 2008, para pasar, en 2010, a su actual emplazamiento.
Ambas cabezas de bebés representan a una de las nietas del escultor con tan solo unos meses de vida. En Día se retrata a la niña con los ojos abiertos y atenta de todos los viajeros que transitan por la estación, mientras que en Noche se puede ver al bebé durmiendo plácidamente. Para el autor, la representación de estas cabezas tenía un significado espiritual y sentimental puesto que sugerían el paso del tiempo desde que amanece hasta que anochece.
Las esculturas superan con creces el tamaño de los viajeros debido a que su proporción monumental es de tres metros. Respecto al motivo por el cual las cabezas de bebés se encuentran en la estación de Atocha hace referencia a que es un lugar que carecía de ningún tipo de decoración, por lo que la colocación de dichas esculturas proporciona un gran contraste al espacio.
EL BARRENDERO MADRILEÑO
Un año antes de que se encargase la construcción de Día y Noche, el por entonces alcalde de Madrid Álvarez de Manzano, mandó construir la escultura de un barrendero con el propósito de agradecer a este gremio su encomiable labor a la hora de mantener limpia la ciudad. Este barrendero madrileño se puede encontrar en la Plaza de Jacinto Benavente camuflado entre las aglomeraciones de Madrid, llegando incluso a confundirse con los mimos del centro de la ciudad.
Félix Hernando García fue el escultor encargado de llevarlo a cabo inspirándose en un barrendero de Colmenar Viejo, amigo suyo. El uniforme que luce llama la atención a todo aquel que lo observa, puesto que es el típico que lucía este gremio durante los años 60. Según cuenta los rumores de la capital, el barrendero representado podría llamarse Jesús Moreno debido a la deformación del grabado que aparece en el cepillo de la estatua: «Fundición José Moreno». También se piensa que empezó siendo “llavero” y se jubiló en 2002 como encargado del Servicio Municipal de Limpieza.
La fama que precede a la mítica estatua del centro de Madrid ha hecho que tenga sus propios imitadores, como es el ejemplo de un artista callejero que situado en la Puerta del Sol imitaba el emblemática barrendero. Por este motivo, cuando la gente se topa por casualidad con la estatua de bronce, le echan una moneda esperando a que cobre vida y haga uno de sus trucos con la escoba en la mano.
En la actualidad, la obra se encuentra incompleta, ya que cuando se inauguró a principios del siglo XXI el conjunto escultórico también contaba con unas hojas de árboles y una cajetilla de tabaco en el suelo que el barrendero recogía con su cepillo. Por todo lo que implica la obra se trata de una pieza única en la ciudad, que al igual que Día y Noche en Atocha, tiene un significado muy emotivo y especial en honor a todos los trabajadores que contribuyen en mantener limpias las calles de la ciudad.