Así son los guardianes del cielo y de las pistas del aeropuerto de Madrid

Diseñada por Richard Rogers junto con el Estudio Lamela Arquitectos, la Terminal 4 del aeropuerto de Adolfo Suárez Madrid-Barajas madrileño acoge cada día a miles de viajeros de todas las partes del mundo. Se trata de una de las terminales más vanguardistas de toda Europa, reconocible fácilmente por sus techos ondulados y por albergar todos los vuelos de la compañía Iberia.

De esta terminal, además de despegar y aterrizar cada día cerca de 120 vuelos cada hora, lo hacen 105 halcones que viven en la base aérea y cuyo objetivo es espantar a todas aquellas aves que aparezcan en la pistas de operaciones. Estos animales desempeñan el papel de guardianes del cielo, atemorizando al resto de su especie y garantizando la seguridad aeronáutica.

Sus alas grandes y finas les permiten volar a una gran velocidad y cambiar de dirección rápidamente y sin complicaciones. Además, disponen de una agudeza visual más superior que la del ser humano, por lo que se convierten en el aliado perfecto para proteger el aeropuerto de Madrid.

Orquestadas por un equipo de cetreros, estas aves falconiformes sobrevuelan los cielos de la terminal evitando que el resto de aves puedan chocar contra los aviones o meterse en las turbinas. El uso de los halcones permite además de mantener la seguridad de los pasajeros y del personal de las compañías aéreas, proteger la fauna que habita en los ecosistemas aeroportuarios.

UNA TRADICIÓN MILENARIA

La aplicación de la cetrería, una actividad de entrenar a las aves para cazar en tierra y en aire, se lleva realizando desde el año 1.400, por lo que su uso no es nada novedoso. Es cierto que la técnica ha ido cambiando con el paso de los años, dando finalmente lugar a un método en el que se trata de manera respetuosa a los halcones en todo momento.

En España el empleo de los halcones en los aeropuertos se comenzó a realizar en el año 1968, siendo la cabeza pensante de la idea el naturalista Félix Rodríguez de la Fuente. La base aérea de Torrejón de Ardoz fue la ubicación elegida para experimentar este nuevo método que acabó sorprendiendo a gran parte del país.

Con el fin de expulsar a los sisones, una especie de ave de la familia Otidae que solía colisionar con los aviones de combate, los halcones fueron entrenados para ahuyentar a las otras aves y mantener el control en la pista torrejonera. El éxito que tuvo la iniciativa fue tan grande que el aeropuerto Madrid-Barajas decidió ejecutar de igual modo el presente método en el año 1970.

Antes de comenzar la jornada, los halcones pasan un exhaustivo examen en el que se comprueba que su estado físico se encuentre en las mejores condiciones. Necesitan estar en su peso adecuado para que puedan volar con agilidad y tener el hambre suficiente para sentirse motivadas.

El objetivo en todo momento no es que los halcones acaben con la vida del resto de las aves que acuden al aeropuerto, sino advertir y proteger los aviones que se encuentran en la pista. Tras alzar el vuelo, el ave observa y se mantiene en las alturas dando vueltas hasta volver a la mano del halconero que le espera con su recompensa, la comida.

Posiblemente nunca hayamos visto a estos pequeños centinelas debido al bullicio de las terminales, pero se han convertido en una necesidad clave de los aeropuertos. España fue el país pionero en emplear halcones en los despegues y aterrizajes, expandiendo este método a países de Europa y del otro lado del charco. Bautizados con nombre medievales, los halcones de Barajas constituyen una tradición milenaria que vela por nosotros desde hace años.