La Quinta de los Molinos ha abierto parcialmente este fin de semana, tras haber estado cerrado debido a los estragos causados por el temporal Filomena. La reapertura no ha podido comenzar mejor con el resurgimiento de las primeras flores rosas y blancas.
Muchos de los almendros situados en este complejo han comenzado a florecer. La ausencia de sol, el ambiente húmedo y la llegada del frio han sido uno de los factores que han provocado que se haya retrasado la apertura.
La historia de los almendros
Los orígenes se remontan a comienzos del siglo XX, con la adquisición de la primera de las varias parcelas que más tarde conformarían la finca. Por parte de D. Cesar Cort Botí, un prestigioso ingeniero y arquitecto. Cort fue un profesional que se dedicó principalmente al urbanismo y desarrolló diversas teorías urbanísticas sobre el tránsito de la ciudad al campo.
En 1978 muere el Sr. Cort, llegando los herederos a un acuerdo con el Ayuntamiento de Madrid en 1982, en el cual, la finca pasa a ser patrimonio del consistorio. Por su importancia dentro de la historia del urbanismo se inicia un proceso de restauración y puesta en valor que culmina incluyendo el jardín en el catálogo de Parques y Jardines Históricos de especial protección del Ayuntamiento.
Por otro lado, no existe en toda la ciudad un jardín tan extenso y tan bien conservado de aquel periodo. El agua empleada para regar la finca procedía en el inicio de pozos y manantiales descubiertos a lo largo del proceso de formación de la Quinta, lo que dio lugar a la construcción de numerosas albercas y balsas para almacenamiento.
Cuando fueron adquiridas al sur del Arroyo de los Trancos, se elevó un tramo del camino construyendo un puente sobre el Arroyo y se levantaron tapias a ambos lados de dicho camino, ya que constituía una servidumbre de paso. Estas tapias diferencian entre el ambiente frondoso y sombrío de la cabecera del arroyo y el resto de la Quinta cubierta de almendrales.
Se dividió entre distintas variedades de almendros, y la creación de caminos y paseos cuyas directrices vienen dadas por el marco de plantación de los almendros. Todos los bordes de los caminos fueron plantados con coníferas y frondosas, con el fin de proteger los cuarteles de almendros. Los colinas laterales fueron marcadas con arbustos de flor y con lirios.