Los jóvenes y el juego de azar en Boadilla del Monte

El profesor José Cesar Perales, de la Universidad de Granada ha analizado la razón por la que los jóvenes españoles pueden llegar a practicar la actividad de los juegos de azar con una frecuencia e intensidad tal que sus costes acaban excediendo sus posibles beneficios.

Los juegos de azar son un ejemplo claro en la juventud de Boadilla del Monte. Administran recompensas con un alto grado de incertidumbre, casi siempre producen acumulación de pérdidas, y aun así no desaparecen de nuestro municipio.

El trastorno por juego de azar

En todas ellas, el juego atrapa a un porcentaje de personas que cumplirían los criterios para ser diagnosticados con el problema mental actualmente conocido como trastorno por juego de azar(anteriormente denominado ludopatía o juego patológico).

Es más, los juegos de azar han evolucionado culturalmente para incorporar características intrínsecas del diseño del dispositivo o medio de juego, que incrementan ese potencial adictivo.

Funciona de forma similar a las drogas psicoactivas

La antropología del juego ha puesto de manifiesto que la especie humana ha ido modelando el juego de forma similar a como ha hecho con las drogas psicoactivas.

Como ocurre con esas sustancias, desarrollar un trastorno adictivo requiere exponerse al agente adictivo.

Es cierto que la prevalencia del trastorno por juego es relativamente baja, y no muy diferente de algunos otros trastornos mentales graves (aproximadamente, el 1 %), pero esa pequeña fracción juega de forma suficientemente intensa como para generar una proporción muy considerable del gasto global en juego de azar.

Rentabilidad económica

Por ejemplo, según un estudio realizado por el Observatorio Francés del Juego de Azar (OJD) en 2014, para las apuestas deportivas, el póker, los juegos de casino, y el juego online, el porcentaje de ingresos proveniente de jugadores problemáticos o patológicos oscila entre el 57 y el 76 %. Dicho de otra forma, el juego problemático es una parte nada despreciable (si no la más importante) de la rentabilidad económica de muchos juegos de azar.

En los últimos años, la edad media de las personas que buscan ayuda por problemas con el juego de azar se ha reducido debido, principalmente, a que entre estas hay jugadores jóvenes con preferencia por las apuestas deportivas y el juego online. Esta evolución ha ocurrido en paralelo a otros cambios, y este paralelismo seguramente no es casual.

El primero de ellos tiene que ver con la disponibilidad del juego. Se puede acceder a actividades de juego online a través del ordenador, el móvil o terminales instaladas en locales de distinta índole. Estos locales, además, han cambiado de apariencia y formato (de los antiguos bingos y casinos a las modernas casas de apuestas) y su presencia se ha disparado, especialmente en algunos barrios.

Publicidad dirigida a perfiles específicos

El segundo cambio se refiere a la publicidad, que no solo está cada vez más presente en cualquier medio y horario, sino que también ha cambiado sus contenidos para orientarse a perfiles específicos.

Estos cambios han afectado a la forma de jugar. En primer lugar, se está produciendo una normalización del juego de azar como una mera actividad lúdica. La publicidad también tiende a acentuar el elemento social del juego y sus componentes competitivos. De ahí que, a pesar de que el juego pueda practicarse como actividad solitaria y en casa, los locales de juego sigan cumpliendo un papel importante como lugar donde grupos de jugadores –cada vez más jóvenes– se reúnen, y esos componentes cobran mayor importancia.

También están cambiando los motivos por los que se juega y los contenidos publicitarios son especialmente prolijos en tratar de moldear esos motivos. Algunos anuncios acentúan la excitación asociada a la incertidumbre o exageran las probabilidades de ganar o la relación entre estas y la habilidad (prácticamente inexistente en la mayor parte de los juegos).

Manipulaciones dirigidas a jóvenes y adolescentes

Dicha habilidad para ganar, a su vez, se vincula a la propia valía, la competencia y la inteligencia, vinculación que viene reforzada por modelos de éxito. Manipulaciones eficaces entre jóvenes y adolescentes, quienes se encuentran en una etapa de su desarrollo en la que son constitucionalmente más sensibles a este tipo de motivos y más propensos a asumir riesgos.

La regulación sobre juego se enfrenta, pues, a un reto complejo. Por una parte, debe atender a la evidencia sobre los efectos nocivos del prohibicionismo indiscriminado. Por otra, debe ser mucho más eficaz en la protección de los colectivos vulnerables, especialmente menores de edad y personas con un perfil de jugador de riesgo o exjugadores patológicos.

La protección de estos últimos, sobre la que existe una literatura amplia, requiere:

  • la eliminación del marketing directo al que frecuentemente se ven sometidos,
  • implementar políticas de autoexclusión con controles adecuados,
  • evitar el uso de señuelos (por ejemplo, alcohol barato) e
  • identificar y limitar las características estructurales de los dispositivos de juego que incrementan su potencial adictivo.

¿Por dónde pasa la protección de menores?

La protección de los menores, por su parte, pasa por reducir la exposición y la disponibilidad, así como eliminar la publicidad directa o indirectamente dirigida a ellos.

También es necesaria una revisión de los contenidos publicitarios, basada en la evidencia disponible, para evitar la información engañosa sobre las probabilidades de ganar u otras recompensas derivadas o la incitación al juego impulsivo.